Dice el maestro Carlos Scolari, estudioso de la comunicación y profesor universitario en Barcelona, en un brillante reportaje con el diario La Nación que hoy cada uno está como encerrado en su burbuja informativa. Si un académico googlea “Scolari” en Barcelona, encontrará sus libros, su blog, etc. Pero si ese mismo apellido lo googleamos en Brasil, todos los resultados estarán referidos a Felipao, quien fuese DT de la selección carioca… Este fenómeno responde a los algoritmos que Google inauguró en 2009. La información está al servicio de cada uno, se ha personalizado de tal manera que cada uno consume información a su modo. Se ha reducido el broadcasting . Y la personalización se hará cada vez más acentuada.
Antes, en lo que podríamos denominar la era pre digital, los medios tradicionales tenían el monopolio de los contenidos, y desde esas plataformas moldeaban la agenda de temas, las conversaciones. Hoy ese poder se está distribuyendo. Todos generamos contenidos, y cada uno toma lo que quiere. Youtube y Netflix son claros ejemplos de este consumo a la carta.
Ya no alcanza con protagonizar una noticia en un medio nacional para atraer la atención de la sociedad. En definitiva, se trata de esto: de llamar la atención, de conquistar el tiempo de los demás… Hace falta algo más.
¿Cómo colarnos en su Facebook, en su Twitter? ¿Cómo lograr que nuestro mensaje los alcance? ¿Es posible colar el mensaje en esas burbujas informativas? Depende del mensaje. Si el mensaje reúne los ingredientes suficientes para que capte la atención, e incluso para que valga la pena compartirlo, llegará a muchos.